Versatilidad y defensa: los secretos del Leganés de Garitano

Asier Garitano cogió el CD Leganés, de 2ª División “B”, cuando la humilde entidad madrileña no tenía ni infraestructura de entrenamiento.

Cinco años más tarde, el “Lega” es un equipo asentado en Primera y el entrenador de origen vasco se encuentra entre los nombres más valorados del fútbol español. Su visión es de presente y de futuro, de las que permiten competir hoy y sobrevivir mañana, a partir de un concepto de globalidad que atañe a cada uno de los estamentos del club, creando, potenciando, una identidad sobre la que sujetar todo. Una de sus frases de mayor calado reza que un jugador del CD Leganés debe entender que para dar un paso adelante en su carrera sólo puede fichar por un candidato a ganar la Champions League; que todo lo que puedan ofrecerle en cualquier otro proyecto de menor índole, lo va a encontrar en el estadio de Butarque y con una cercanía extra que aumentará sus opciones de triunfo.

Dicha filosofía es un comienzo perfecto e imprescindible.

Pero después, entra en juego el fútbol. El CD Leganés levanta su éxito deportivo desde un tiránico posicionamiento sin el balón del que subyacen tanto una buena eficacia defensiva como una capacidad contrastada para elegir el ritmo y la naturaleza del juego que se practica en cada encuentro. Esta colocación destacada, además, no es siempre la misma, sino que se amolda a las características del oponente semana a semana. El propio Asier Garitano lo explicaba así en entrevista a Ecos del Balón: “Nuestra estrategia de entrenamiento arranca en el estudio pormenorizado del oponente. Examinamos todo, pero prestando una atención especial al momento o la zona de su salida de balón donde nuestro rival más riesgo asume, donde más desguarnecido se quedaría en caso de perder la pelota, para enfocarnos justo en ese trance de cara a potenciar nuestras posibilidades ofensivas futuras.

Hay rivales contra quienes nos interesa practicar una presión a cancha completa para robarle el balón a sus centrales, que son exigidos y quizá no muy dotados,

pero también los hoy ante los que resulta más productivo esperar en media cancha y sujetarlos ahí para, en el momento en el que abre su doble pivote para crear espacios que les permitan progresar, apretar, robar y poder correr”. Y a fe que el muestrario de sus partidos refleja esta condición de versatilidad inteligente, pragmática y productiva. Equipazo.

Por supuesto, el fútbol es de los futbolistas, y si Garitano ha estado en condiciones de desarrollar este modelo de juego ha sido por poseer a los indicados. Sin entrar en un baremo de calidad, donde quizá Nordin Amrabat debería prevalecer sobre varias de las piezas que vamos a destripar a continuación, los más imprescindibles para la aplicación del libreto redactado son el central Dimitrios Siovas, el mediocentro Rubén Pérez, el centrocampista Gabriel Pires y el mediapunta Javier Eraso. Todos son relevantes, ni uno deja de sumar en una fase del juego, hasta el delantero Beauvou adquiere un valor real y tangible en la fase defensiva con su defensa contemplativa (no busca el robo, sino tapar líneas de pase) en el espacio que separa a los centrales de los pivotes del rival, pero Siovas, Pérez, Pires y Eraso representan la estructura y su multifunción.

Siovas es la calidad extra, el jugador, quilate por quilate, más resolutivo.

Se trata de un central que crece en momentos de repliegue con una ascendencia sideral sobre el grupo que conecta con el significado defensivo del colectivo. Siovas garantiza solidez y resistencia cerca del área en periodos de agobio; expresado de otra forma, facilita la suma de puntos, lo que le consagra como el as que más confianza reporta al proyecto.

Rubén Pérez, el mediocentro, es la mezcla y la unión con el sentido de La Liga. Se está hablando sobre un jugador que, durante varias fases del curso, ha estado encuadrado entre los 10 pasadores más fecundos del campeonato pese a que el CD Leganés es uno de los conjuntos que menos posesión acumula y menos pases completa. El propio Garitano relataba que esto se debe a su calidad personal, pero también al hecho de que, con la disposición del resto de centrocampistas, se busca amplificar sus espacios y el número de líneas de pase limpias para que halle más facilidad en la conservación de la pelota.

Javier Eraso, el mediapunta, es en realidad un centrocampista con facultades de pivote físico y defensivo que combina ello con una resistencia por encima del promedio. Muy por encima del promedio. No para. Sus esfuerzos son constantes y siempre de alta intensidad. Se trata de un recurso brutal para enturbiar la circulación de los oponentes durante su fase de apertura; lo cual se anexiona con el aporte de Siovas en relación a que completa el plan táctico de Garitano: si se quiere defender abajar, está el griego; si se prefiere defender arriba, está el navarro. Ambos preparados para rendir por encima del promedio en sus respectivos registros, que es de lo que debe tratarse.

Así llegamos al punto más relevante, que es el exfutbolista de la Juventus FC Gabriel Pires. El centrocampista italo-brasileño es una de esas mentes preclaras que no asimilan instrucciones, sino porqués.

Él sabe el motivo de cada acción, y también de cada reacción, y por ello se ha erigido en la pieza desde la cual Garitano, a través de un proceso lento durante el cual lo ha esculpido, aplica su modelo de juego. En origen, pivote posicional, Garitano ha empleado a Pires como mediapunta, en banda e incluso como “9” en según qué planteamientos, haciendo a un futbolista de excelsa lectura del juego vivir el mismo, el juego en sí, desde la mayor cantidad de prismas diferentes posible. Dicho de otro modo, captando información e incorporándola a su archivo de conocimiento. Actualmente, permanece en la línea del doble mediocentro haciendo compañía a Rubén Pérez, pero muy por encima de su posición, lo que debe constar es que la versatilidad con la que juega al fútbol marca el estilo exitoso de este CD Leganés de Asier Garitano sobre el que, a estas alturas del análisis, ni siquiera hemos dicho que esboza un 4-2-3-1.

Porque eso no importa. Importa su significado. O, mejor dicho, sus significados.

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