La llegada de Vincenzo Montella al banquillo del Ramón Sánchez Pizjuán generó un escepticismo muy extendido en los diferentes asientos de opinión del fútbol español.
En España se tiene la percepción de que se ha alcanzado un conocimiento del juego que es el gran secreto del éxito de su selección y sus clubes principales, y se entiende que los portadores de esa nueva receta son los jóvenes entrenadores formados en sus escuelas. A excepción de Zidane, Simeone y, ahora, Seedorf, todos los técnicos de Primera División responden a ese perfil. 17 de 20. Nunca se miró con mayores dudas todo lo proveniente del extranjero.
Dicho esto, Montella gozaba de una serie de ventajas que animaban a, por lo menos, darle tiempo para ver el fruto de su trabajo.
La nueva escuela italiana, a la que pertenece, incorporó desde la irrupción de la Juventus FC de Antonio Conte un rasgo que en La Liga se pondera muchísimo: la capacidad de otorgar a la posesión del balón un sentido versátil. Antaño, la pelota se empleaba para atacar.
Ahora, cualquier equipo de La Liga, por modesto que parezca, es capaz de utilizar su posesión para alterar el ritmo del partido e incluso defender; y Montella, como Sarri y otros precursores que ya abrieron camino en esto como Spalletti o Prandelli aunque no cosecharan el éxito de Conte, maneja estos registros. Ello, unido a la base de exfutbolistas de la Serie A que iba a encontrarse en Sevilla (Banega, Correa, Vázquez, Muriel) justificó su contratación.
Después de varios encuentros sin dar con la tecla, los hispalenses hallaron la alineación del rescate en la ida de los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Atlético de Madrid. Eligiendo el 4-2-3-1 como esqueleto, Montella situó a Banega en el doble pivote con N’Zonzi, fijó al Mudo Vázquez en la mediapunta, dio la banda izquierda a Correa, la derecha a Sarabia -sobre quien nos detendremos más adelante- y colocó de «9» al Muriel más en forma que se había visto por Sevilla.
La mejoría del equipo hispalense se ha cimentado sobre preceptos muy sencillos. Sin ir más lejos, la decisión que dio comienzo a la acumulación de buenas sensaciones estribó en renunciar a porcentajes altísimos de posesión en beneficio de un repliegue algo más especulativo. Defender el espacio corto y atacar el espacio largo siempre supone un alivio para sistemas poco rodados, y al Sevilla le ha sentado muy bien el planteamiento.
A este respecto, es importante señalar que, aunque exista confusión, en La Liga, lo que resulta imprescindible no es tener la pelota, sino albergar la capacidad de protegerla si en algún momento conviene.
Es decir, el problema nunca es no tenerla, sino no poder hacerlo, que es distinto, aunque se le parezca.
El Sevilla ha sacrificado cuota de posesión, pero, si la quiere o la necesita, se está mostrando en condiciones de dar el paso al frente. Parte de su éxito en este sentido deriva de que Éver Banega tenga sobre el césped más derechos que obligaciones. El centrocampista argentino ostenta una técnica exquisita y juega al fútbol con mucha ambición, realmente busca dejar huella en los encuentros, si bien se agobia y tiende a disolverse cuando se le somete a demasiados deberes innegociables. O sea, si por un imperativo tiene que encargarse del primer pase, o de ser quien se mueva entre líneas, o de cualquier acción del juego concreta para que el fútbol de su equipo fluya, se colapsa.
Para esperanza hispalense, Montella le ha rodeado de lo suficiente para que sus intervenciones no sean el único recurso, lo que le permite tomarse esos descansos que él requiere en pos de, luego, expresar su talento salvaje sin filtros ni topes. El central Lenglet y el lateral Escudero atesoran un valor enorme en la salida desde atrás del Sevilla, del mismo modo que el Mudo Vázquez está siendo la gran referencia entre líneas que está encontrando el equipo.
El Mudo es un futbolista algo perezoso o, al menos, de ritmo cansino que no siempre conecta con la grada del Ramón Sánchez Pizjuán, y además su rendimiento alterna exhibiciones como la protagonizada contra el CD Leganés en Copa con partidos en los que ni siquiera se le ve, pero su juego de espaldas es un valor que favorece el orden. Un orden que completa Muriel desgastando las líneas de cuatro defensas con sus desmarques de ruptura (a la espalda del central o la espalda de uno de los laterales). Y que significa la antesala de lo que de verdad ha provocado un gran salto de calidad: el juego por bandas de Correa y Sarabia.
Joaquín y Pablo son los principales elementos de desborde del conjunto y quienes dan la oportunidad a su entrenador Montella de crear peligro sin la necesidad de descolgar demasiados efectivos en ataque.
El argentino, que tiene cosas de auténtico genio, está siendo quien, desde la izquierda, más está pisando los espacios interiores que le generan el desmarque de Muriel y las caídas del Mudo, mientras que Sarabia, en banda derecha, recibe el esférico al pie y combina toques con su pierna izquierda de una precisión de cirujano con el desborde exterior que ha sabido sumar a su juego. Pablo Sarabia es una de las joyas más ocultas del fútbol español; un jugador que entiende este deporte de maravilla, que derrocha carácter para hacerse valer sobre el campo y que está tocado por la varita de señala a aquellos que determinan los marcadores. A menudo, su condición de jugador polifacético le hizo ser visto por sus entrenadores como el perfecto hombre número 12, pero de la mano de Montella, ha dado el definitivo paso al once titular que desde hace tanto tiempo venía demandando. Su impacto en la Copa de Europa puede ser importante. Es un chico preparado para retos de cualquier tipo de calibre.
La continuidad del Sevilla FC no ha sido probada y, además, se han advertido según qué dificultades en su entrenador para preparar partidos contra sistemas que presentan novedades. Es más, causó sorpresa que, tras encajar un 5-1 contra la SD Eibar, Montella reconociera en la rueda de prensa posterior que desconocía tanto el estilo de juego de los vascos como las particularidades de Ipurua, su terreno, caracterizado por poseer unas dimensiones sensiblemente más estrechas que las del resto de campos de La Liga.
Cosas así llaman la atención y ponen sobre aviso con respecto a las ventajas que un as como Mourinho está en disposición de regalar a su Manchester United en la eliminatoria de la Champions League. Pero más allá de eso, el Sevilla FC ha encontrado un modelo y un sistema que le han preparado para tener cosas que decir ante casi cualquier rival que se precie. Al fin y al cabo, no cualquiera eliminaría al Atlético de Madrid de Diego Pablo Simeone en una eliminatoria a doble partido. Y eso ya está en el haber de este recién nacido proyecto.
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