Nacional y Nottingham Forest, Toyota Cup ’80: choque entre dos mundos

28 de noviembre de 1980, Roma, Hotel Excelsior. En via Veneto, que unos años antes era el epicentro de la Dolcevita italiana, durante un meeting de la FIFA se reunieron los representantes del Nottingham Forest y del Nacional de Montevideo, respectivamente los clubes campeones de Europa y Sudamérica, los de la UEFA y de la CONMEBOL y los de West Nally, una empresa británica de marketing deportivo. Sobre la mesa había una propuesta para reanimar la Copa Intercontinental, que ya estaba al borde del colapso, después de los rechazos y los retiros de muchos clubes que no querían disputarla a partir de la mitad de los años setenta.
El fabricante de automóviles japonés Toyota quiso ejercer de patrocinador para este nuevo proyecto y convertir el clásico partido de ida y vuelta en una final única que se jugaría cada año en Tokyo, asociando al trofeo tradicional su propia copa, justamente la Toyota Cup.

Una idea que combina tradición e innovación y que fue aceptada de forma inmediata por las confederaciones europea y sudamericana, pero sobre todo por los clubes interesados, porque no hay muchas razones para rechazarla.

La Toyota, que habría recogido dinero de la cesión de los derechos televisivos y de las entradas, pagaría un sueldo considerable a los clubes, e incluso reembolsaría a los ingleses y uruguayos los gastos de viaje y alojamiento. Además, los japoneses subscribieron acuerdos que preveían fuertes sanciones con el Nottingham Forest y la UEFA para cubrirse contra el riesgo de eventuales retiros de los clubes europeos, como había ya acontecido en el reciente pasado. El árbitro del encuentro fue elegido con mucha antelación y se trataba de Abraham Klein, de casi 47 años, nacido en Timişoara pero con pasaporte de Israel, el país adonde él, judío, emigró después de haber escapado al Holocausto y donde comenzó casualmente a arbitrar (contó de haber debutado con el pito por la lesión de su sastre). Había dirigido dos Mundiales y tenía una sólida experiencia internacional.

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Arreglados los detalles, todo estaba listo para empezar de nuevo. Bajo los auspicios de la Toyota, los campeones de Europa y Sudamérica se enfrentarán cada año para elegir el equipo campeón del mundo. El primer evento era programado para el 11 de febrero de 1981 en el Estadio Olímpico de Tokyo, sede de los Juegos de 1964.

Club Nacional de Montevideo y Uruguay

En el febrero de 1981 Uruguay estaba todavía viviendo la pesadilla de la dictadura militar que, instaurada a comienzos de los años 70, estaba en crisis. El régimen sufriba sus primeras grietas y la falta de éxito en el plebiscito del noviembre de 1980, promovido por los generales, era una señal evidente de como Uruguay estaba tomando un camino por fin diferente. En esos días se empezó a hablar de Dicta-blanda, nacían esperanzas y deseos de un futuro distinto. Tal vez empujados por este viento nuevo, los hinchas de Nacional participaron masivamente al viaje para la final de ida de la Copa Libertadores, que se jugó en el Beira Rio de Porto Alegre contra el Internacional del grande Paulo Roberto Falcão, que después del partido en Montevideo irá a la Roma.

El camino que separa la capital uruguaya y la del Rio Grande do Sul había solo tres colores, el blanquiazul y rojo del Nacional: se habla de más de veinticinco mil personas en marcha hacia Brasil, el mayor éxodo de la historia para un club charrúa.

El empate sin goles favoreció al club de la República Oriental que, una semana después, levantará el mayor trofeo continental gracias al gol puntual de Waldemar Victorino.

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A excepción de Hugo De León, pasado al Grêmio en Brasil, después de la conquista de la Copa Libertadores el equipo entero fue confirmado junto, obviamente, al técnico Juan Martín Mujica. Él había ganado como jugador la Libertadores de 1971 con el Nacional, la primera para el Bolso, y lo habían llamado para hacerse cargo del banquillo del club a comienzos de 1980, después de la destitución del DT argentino Pedro Dellacha (un personaje único: según Pelé el marcador más duro y malo jamás encontrado). Mujica ejercía de técnico interino y trabajaba con la ayuda del profesor Esteban Gesto, un preparador físico muy importante, un pionero del rol al estilo de Rui Faria (el asistente histórico de José Mourinho).

El cargo de provisional se convirtió muy pronto en estable: la pareja Mujica-Gesto habría quedado por siempre en la historia de la institución.

Era un equipo compacto, la línea defensiva era liderada por el Cacho Blanco (les puede dar la bienvenida aún hoy en día en la sede del club, del que es un dirigente) delante al portero de la Celeste Rodolfo Rodríguez; en la mitad del campo había Arsenio Luzardo, muy famoso su remate, y Víctor Espárrago detrás de la formidable delantera formada por Waldemar Victorino, Alberto Bica (actual DT de las selecciones menores charrúa) y Julio César Morales, mejor conocido como Cascarilla.

Nottingham Forest e Inglaterra

A finales de los años setenta y a comienzos de los 80, Inglaterra y el fútbol inglés vivieron un período crucial. Para bien o para mal, fueron años de reforma y revolución. Desde 1970, el programa de televisión “Match of the day” empezó a transmitir hasta las casas de los ciudadanos el fútbol y la violencia que lo rodeaba, muchas veces alimentada por los medios. Pero la muerte de un aficionado del Bolton en 1974, la primera que fue sin dudas vinculada a enfrentamientos entre aficiones, marca el comienzo de una fase de estudio y represión que terminará en 1989 con la promulgación del Football Spectators Act, consecuencia del Taylor Report del mismo año.

Así Margaret Thatcher cambió la manera de vivir el fútbol en Inglaterra poco antes de la caída de su último gobierno. Lo hizo en el mismo período en el que un técnico de Middlesbrough cambió la manera de jugarlo.

Brian Clough era un genio, el Nottingham Forest era la encarnación perfecta de su idea de fútbol, poco o para nada británica. No había balones largos, porque “si Dios hubiera querido que jugáramos entre las nubes, habría tenido que poner la hierba ahí arriba”. Y inmediatamente después de la época de oro del Bayern Munich, su Nottingham inició el dominio inglés en Europa, luego seguido por Aston Villa y Liverpool. Antes que de jugadores, ese era un equipo formado por hombres muy fieles al entrenador. Como Viv Anderson, el primer jugador de piel negra en vestir la camiseta de la selección inglesa, que era discriminado e insultado por los aficionados rivales, pero defendido y consentido por Clough. O como John Robertson, un mediocampista escocés de Glasgow que el técnico consideraba un “Picasso del fútbol”, capaz de “meter centros con la precisión de un jugador de billar”.

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Gracias a un gol suyo, el 28 de mayo de 1980 en Madrid, los Reds ganaron la final de la Copa de los Campeones (la segunda de forma consecutiva) ante el Hamburgo y el pase para la primera Toyota Cup.

El partido

Creo que será un partido equilibrado, aunque el hecho de que llegamos solo dos días antes del partido es una desventaja para nosotros.”

El lunes 9 de febrero, apenas aterrizado en Tokyo con su Nottingham Forest, Brian Clough habló de manera clara. Dos días antes, en Main Road, su equipo había enfrentado al Manchester City y por eso no pudo llegar a la capital japonesa antes del lunes. Contrariamente al Nacional, que estaba entrenando en el National Stadium desde ya una semana. Sin embargo, los corredores de apuestas dieron el favor del pronóstico a los británicos, que después de diez minutos ya estaban perdiendo por mérito de Victorino que anotó gracias a la asistencia desde la derecha de José Hermes Moreira. Durante toda la primera parte, el Forest sufrió las acciones de los uruguayos, a los que le anularon dos goles, primero a Luzardo y luego a Bica en el comienzo del complemento.

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Los ingleses tomaron el control del partido en la última media hora, los uruguayos habían bajado, no podían atacar más de contragolpe y se pusieron con casi todos sus elementos en el área para defender el resultado. El portero sudamericano Rodolfo Rodríguez fue decisivo y el Nacional pudo volver a levantar otra vez la Copa Intercontinental.

La historia del eterno desafío entre Europa y Sudamérica, recomenzó.

Hombre del partido: Waldemar Victorino

Toyota quiso introducir también la elección del “Hombre del partido”. El hombre decisivo del encuentro habría sido elegido tras el partido por los periodistas japoneses presentes en el estadio. El premio del nuevo sponsor era una automóvil que habrían entregado al ganador tras el partido, una decisión que tuvo inmediatamente un impacto notable desde el punto de vista del marketing. La primera Toyota Celica en juego la habría ganado el único marcador del encuentro, Victorino, quien ganó el duelo contra el otro número 9, Trevor Francis.

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Éste, el verdugo del Malmö en la primera Copa de los Campeones ganada por el Nottingham Forest, después de haber pasado por el Manchester City y haber vestido la camiseta de la selección inglesa en el Mundial 1982, se habría mudado a la Sampdoria. En el nuestro campeonato habría encontrado justamente a Victorino, fichado por el Cagliari en el mismo verano. En la Serie A la situación se volcó y la mayoría de los elogios fueron para el inglés. Para el delantero charrúa, el muy decepcionante pase por Italia, donde no anotó goles en diez partidos jugados, habría significado el comienzo de su declino. Pero su nombre queda inolvidable porque es relacionado a aquel período de triunfos a comienzos de los años 80, con el Nacional y la Selección. Victorino, de hecho, marcó otro tanto decisivo con la camiseta de la Celeste: el gol que resolvió la final del Mundialito frente a Brasil, que había ingresado al Estadio Centenario para “vengar”, de alguna manera, al Maracanazo. Pocos segundos después del gol del atacante, Víctor Hugo Morales, famoso e inalcanzable relator, gritó por la radio una de sus frases que quedarán por siempre en la historia del fútbol. Pretendiendo hablar al inmortal capitán del triunfo de 1950, Obdulio Varela, declamó:

Quédate tranquilo Obdulio, los muchachos no te van a dejar cambiar la historia, Uruguay 2 Brasil 1, quédate tranquilo Obdulio te digo.”

Y en Uruguay, la Historia del fútbol, se escribe siempre con la H mayúscula.

Club Nacional de Football Montevideo-Nottingham Forest Football Club 1-0

Nacional Montevideo: 1 Rodríguez, 4 Blanco, 2 Moreira, 3 Enríquez, 5 González, 16 Milar ,6 Espárrago (C), 10 Luzardo, 7 Bica, 9 Victorino, 11 Morales. (12 Pereira, 13 Molina, 14 W. Cabrera, 18 J. Cabrera, 19 Perez). DT: Mujica
Nottingham Forest: 1 Shilton, 2 Anderson, 5 Lloyd, 6 Burns (C), 3 F. Gray, 7 O’Neill, 8 Ponte (12 Ward 68’),  15 S. Gray, 11 Robertson, 9 Francis, 10 Wallace. (13 Needham). DT: Clough.
Árbitro: Abraham Klein (Israel)
Goles: 10’ Waldemar Victorino
Amonestados: Espárrago, Lloyd.
Espectadores: 62,000

Nota curada por Roberto Brambilla, Carlo Pizzigoni y Davide Zanelli.