Pedro Petrone, un “artillero” uruguayo para la Viola

Si en Florencia preguntas sobre un goleador sudamericano, de habla española, venido de las tierras que bañan el Río de la Plata, es probable que te contesten con un nombre que lleva los goles consigo, tarjeta de visita de uno de los delanteros más grande de la historia del fútbol y, obviamente, inolvidable goleador con la camiseta color violeta: Batistuta, también conocido como “Batigol”.
Sin embargo, en los albores del fútbol florentino moderno – diferente de aquel medieval que ridiculizó el asedio de las tropas militares de Carlo I en la plaza Santa Croce en 1530 – había otro hombre procedente de las tierras rioplatenses que hinchaba la red para la Viola: Pedro “el Perucho” Petrone, de Montevideo, Uruguay.

fiorentina_le_coq-2

En la historia de Pedro Petrone entran otras historias, historias que tratan de nombres, de primeras veces, de huidas y arrepentimientos y sobre todo de goles, muchos goles.
Petrone llegó a Florencia en 1931, siendo el centrodelantero pluricampeón olímpico y recién campeón del mundo. En 1924 había ganado la medalla de oro en los Juegos de París, cuatro años más tarde otra en Amsterdam y, finalmente, en 1930 habia integrado la selección uruguaya que derrotó a Argentina en la histórica final mundial del Centenario.

fiorentina_le_coq-3

Pero antes de llegar a Florencia, donde se convertirá en el primer extranjero del muy joven club violeta y en el primer marcador del nuevo estadio “Giovanni Berta” (que años más tarde será dedicado a Artemio Franchi), Pedro «Perucho» Petrone había pasado por Genova, donde había aterrizado en barco, y por Bolonia, donde había encontrado un par de zapatos para jugar al fútbol.

fiorentina_le_coq-4

Petrone, ex portero apreciado por sus largos y poderosos remates, había descubierto sus grandes habilidades como finalizador por casualidad, porque un día fue llamado para reemplazar en ataque a un compañero lesionado.

Tanto como de Uruguay había traído esos pies goleadores, «El Perucho» se había también olvidado de sus zapatos así que, mientras que los dirigentes de Fiorentina envían un telegrama para pedir el despacho de los botines, él va a Bolonia a visitar a su amigo y conciudadano Raffaele Sansone y encuentra un par de zapatos que le gustaban mucho. Cuentan que con esos botines haya roto una red durante un entrenamiento y una fachada de un edificio cerca del campo. Por cierto, con esos zapatos realizó veinticinco goles en veintisiete partidos en su primera temporada en Florencia, siendo el mejor marcador del campeonato junto a Angelo Schiavio del Bolonia.

fiorentina_le_coq-5

En Florencia Perucho cambió también su nombre y su apodo.

El apodo fue adaptado a sus habilidades como futbolista y se convirtió en “artillero” por su remate poderoso y letal, similar al disparo de un cañón. Con respecto al nombre, en cambio, tuvo que cambiarlo en Pietro, como consecuencia de la política fascista sobre los nombres, más que por la pasión de los aficionados o del entorno del fútbol.

fiorentina_le_coq-6

La de Petrone en Italia es también la historia de una huida. En su segunda temporada con la camiseta de la Fiorentina, el entrenador austriaco Hermann Felsner lo desplazó hacia la banda, alejándolo de la portería y de sus goles. Marcó uno, eso también histórico, con el que la Fiorentina ganó por primera vez a la Juventus, pero no pudo repetir los números de su primera triunfal temporada en las orillas del Arno.

Cuando Petrone cuestionó la elección técnica de Felsner, no encontró el apoyo de la sociedad que, al contrario, lo sancionó y lo suspendió. Y por eso la historia italiana del Perucho pasó otra vez por Bolonia. El pedido oficial habla de un permiso para ir a Emilia, la verdadera motivación es cubrir su secreta partida a Uruguay, la vuelta a casa, huyendo de Florencia. A Florencia volverá, aclamado ruidosamente durante un evento de boxeo en el Teatro Verdi, pero no será suficiente para ensamblar los cristales rotos de su carrera deportiva florentina. Habían cambiado demasiados nombres, demasiados días i kilómetros habían pasado, Petrone y Florencia eran como una ex pareja que se encuentra otra vez sabiendo que no podrá volver a amarse.

Petrone es el primero de los grandes centrodelanteros de la historia de Fiorentina. Una historia en la que los nombres cambian, como el tiempo y el juego. Nombres, como “Artillero”, hijos de un imaginario marcado por las guerras y las armas símbolo de poder; o nombres como “Batigol”, que “empuñaba una arma” para imitar una ametralladora en cada festejo. Hoy el número nueve lleva un acento croata y movimientos diferentes, el nombre de Kalinić y el apodo de “Condor”. Un nombre hijo de un “fútbol rapaz”, que muchas veces pide a sus delanteros más rapidez que fuerza. Más capacidad de leer las trayectorias del balón que potencia de fuego.

El elemento común son siempre los goles, sublimación máxima del juego y del apoyo devuelto, y quedan las historias de quien fue el máximo protagonista de esa sublimación.

kalinic_fiorentina

Historias y cuentos como el de Petrone, un cuento que queda en los recuerdos, en los caminos de la historia, en los resultados de los pies y en las anécdotas de los botines. Cuento del que quedan el mito y del que se mantienen los nombres. “Pedro”, “Pietro”, “Petrone”, “Perucho”, “Artillero” y “Fiorentina”, el nombre que Petrone dio a su cuadra de caballos cuando regresó a Montevideo.